El presidente ruso, Vladimir Putin, prolongó hasta el 31 de diciembre de 2022 el embargo a diversos productos agroalimentarios que impuso en agosto de 2014 a los países de la Unión Europea, Estados Unidos, Noruega, Australia y Canadá por las medidas de represalia adoptadas tras el conflicto geopolítico con Ucrania y la posterior anexión de la Península de Crimea.
Uno de los sectores agrarios más afectados desde entonces ha sido el de frutas y hortalizas, que apenas ha podido encontrar alternativas comerciales en otros países terceros que paliaran la salida exportadora que se hacía a Rusia, debido a las trabas arancelarias de tipo fitosanitario impuestas. Rusia, además, era para España el principal destino tercero de nuestras frutas y hortalizas.
Putin firmó un decreto que extiende hasta finales de 2022 la orden que prohíbe o restringe las importaciones de productos agrícolas, materias primas y alimentos de los países occidentales que apoyaron el establecimiento de sanciones, entre otros, contra altos funcionarios del Gobierno ruso, bancos, empresas y petroleras.
La decisión del presidente ruso de prorrogar el embargo otro año más se produce 10 días después de que la Unión Europea acordar extender seis meses, hasta el 15 de marzo de 2022, las sanciones contra personas y entidades responsables de «menoscabar o amenazar la integridad territorial, la soberanía y la independencia de Ucrania».
Las organizaciones agrarias ASAJA, COAG y UPA, así como la patronal empresarial de productores y exportadores, FEPEX, lamentaron las pérdidas ocasionadas por el veto ruso a las importaciones de frutas y hortalizas, así como de otros productos (carne de porcino, lácteos…).
En concreto, esta Federación señaló que la nueva ampliación del veto ruso a estas importaciones supone mantener cerrado el que fuera primer mercado no comunitario de las frutas y hortalizas españolas, sin que se hayan consolidado nuevos mercados alternativos fuera de Europa.
La medida, muy negativa, era también esperada, según FEPEX, ya que el pasado mes de junio, el Consejo de la UE informó de que las sanciones sectoriales que la UE venía aplicando a Rusia desde 2014 por la desestabilización de Ucrania se prorrogaban hasta el 31 de enero de 2022 y, por tanto, se preveía que Rusia respondiera en el mismo sentido, en un bucle en que las partes no encuentran salida desde hace ya más de siete años.
Según esta Federación, las consecuencias de este veto siguen afectando al comercio exterior hortofrutícola español. Aunque la Comisión Europea habilitó medidas durante los primeros años para compensar los daños ocasionados, el sector sigue sufriendo la desaparición del que era su principal mercado no comunitario.
En 2013, antes del veto, la exportación directa de frutas y hortalizas españolas a Rusia registró un total de 230.729 toneladas, abarcando una amplia gama de productos.
Consolidar mercados
En este tiempo, señala FEPEX, no se han podido consolidar mercados fuera de la UE y de Europa que vinieran a compensar, aunque solo fuera parcialmente, el cierre del mercado ruso. Tal es así que las exportaciones españolas de frutas y hortalizas frescas a países terceros se mantienen en volúmenes que no superan el 4% del total exportado por España. Además, apunta FEPEX, este año, con datos del primer semestre, las ventas extra-comunitarias incluso han retrocedido un 21% en volumen y un 24% en valor respecto al mismo periodo de 2020, hasta un total de 178.410 toneladas y 199,5 millones de euros, respectivamente, lo que representa apenas el 2% del total exportado por España.
Para Cristóbal Aguado, presidente de la organización agraria AVA-ASAJA, «más de seis años son una eternidad en el comercio de frescos y recuperar ese mercado, si es que algún día se permite, va a costar Dios y ayuda, puesto que los rusos han ido a buscar las frutas y hortalizas a otros países terceros, como Turquía, Marruecos y Egipto, que han ocupado el puesto que España tenía en ese mercado.»
Aguado acusa a la Unión Europea de dar la espalda a sus agricultores con el cierre del mercado ruso, que ha causado la destrucción de más fruta y una pérdida de valor debido al exceso de oferta.
También Andrés Góngora, responsable de la sectorial de Frutas y Hortalizas de COAG, criticó la poca preocupación de la Comisión Europea por el sector hortofrutícola, «que está pagando un veto derivado de una crisis geopolítica que las partes no han sido capaces de resolver durante todos estos años.»
Góngora también citó que el sistema de gestión de crisis, creado ante el veto ruso, solo duró un par de años, y no logró resolver ningún problema grave durante este tiempo. «Si la UE tiene las puertas cerradas (a la exportación de frutas y hortalizas) a otros mercados, exigimos que lo que entre en Europa siga restringido, porque nuestros mercados cada vez son más los de la UE, ya que fuera las ventas no crecen y con el veto ruso mucho menos.
Por último, dese UPA se calificó el veto ruso como una vergüenza, porque juega con las cosas de comer y porque se aplican medidas restrictivas comerciales al sector agrario, cuando nada tiene que ver con las disputas políticas.
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