Gottlieb Basch, presidente de la Federación Europea de Agricultura de Conservación (ECAF), comentaba en la sesión inaugural el “abrumador interés y la participación de las instituciones internacionales en el 8º Congreso Mundial de Agricultura de Conservación”, que se celebra hasta el día 25 de junio en Suiza. El Congreso vuelve así a Europa, veinte años despúes de su primera edición que tuvo lugar en España, en el año 2001.
Durante esa sesión inaugural, celebrada ayer en Berna, el director General de la FAO, Qu Dongyu, expresó que “producir más con menos requiere que seamos verdaderamente innovadores y conscientes del medio ambiente”. De hecho, la FAO está apoyando a sus Estados miembros para lograr este delicado equilibrio basado en las condiciones y prioridades locales y «esto incluye la agricultura de conservación, integrada con otras buenas prácticas agronómicas, para prevenir la erosión del suelo, y promover la biodiversidad, las interacciones biológicas y la gestión eficiente de los recursos naturales».
«El uso de métodos de la agricultura de conservación nos acercará a nuestros objetivos de sostenibilidad», apuntó Janusz Wojciechowski, comisario de Agricultura de la Unión Europea, mientras su homólogo en el área de Medio Ambiente, Virginijus Sinkevičius, destacaba la necesidad de una estrategia para los suelos en la UE. Ambos comisarios vincularon en sus intervenciones los principios de la agricultura de conservación a la salud del suelo dentro del Pacto Verde Europeo y los elementos clave de la nueva Política Agrícola Común, las estrategias De la Granja a la Mesa y la Biodiversidad 2030.
Norbert Lins, presidente de la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural del Parlamento Europeo, subrayó por su parte que «es necesaria una agricultura sostenible más sólida». La agricultura de conservación tiene una importante contribución que ofrecer, sobre todo en la mitigación del cambio climático y la adaptación al mismo. «Tenemos que apoyar a los agricultores porque constituyen la base de la seguridad alimentaria», añadió Lins.
El cambio climático fue otra de las cuestiones abordadas ya en el primer día de congreso. Abdalah Mokssit, secretario de la CIPF, declaró que «las políticas actuales no son suficientes para controlar el calentamiento global, que podría llevar a un aumento de 3 grados». El crecimiento de la población y los cambios en la demanda son cada vez mayores, mientras que los fenómenos climáticos extremos han aumentado en los últimos años, las tierras áridas son más vulnerables, la degradación del suelo está reduciendo la productividad y liberando más carbono a la atmósfera. Una amenaza real es que el cambio climático aumenta aún más el hambre.
Martin Kropff, del CIMMYT, afirmó que «la agricultura no puede pasar factura al medio ambiente». A diferencia de la agricultura basada en el laboreo, la agricultura de conservación, apuntó Kropff, hace que los sistemas de cultivo sean más resistentes al estrés climático, reduciendo los efectos negativos sobre el rendimiento.
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