El conjunto de opiniones científicas de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) avaló este miércoles 13 de enero las nuevas aplicaciones alimentarias, incluyendo la primera evaluación completa de la propuesta de producto alimenticio derivado de insectos.
Según esta Agencia, esas nuestras evaluaciones de seguridad son un paso necesario para la regulación de los denominados “nuevos alimentos” (“novel food”), puesto que el asesoramiento científico respalda a los que deben adoptar sus decisiones a nivel de Estado miembro y de la UE para autorizar estos productos para el mercado europeo.
Desde que entró en vigor el Reglamento sobre nuevos alimentos el 1 de enero de 2018, la EFSA ha recibido un gran volumen de solicitudes de reconocimiento, que abarcan una amplia variedad de fuentes alimentarias nuevas y tradicionales. Estos incluyen, por ejemplo, productos a base de hierbas derivados de plantas, alimentos a base de algas y frutas no autóctonas, además de una variedad de variedades de insectos comestibles.
La doctora Helle Knutsen, bióloga molecular y toxicóloga, miembro del panel de expertos en nutrición de la EFSA, que preside el grupo de trabajo sobre nuevos alimentos de la agencia europea, señaló que “las aplicaciones de los nuevos alimentos son tan variadas que necesitamos muchos tipos de experiencia científica para evaluarlas: nutrición, toxicología, química y microbiología, por nombrar algunas. La composición del grupo de trabajo refleja esta variedad y nuestros científicos forman en conjunto un grupo multidisciplinario experimentado».
Insectos comestibles
Por su parte, Ermolaos Ververis, químico y científico de alimentos de la EFSA, que coordinó el primer dictamen adoptado sobre los insectos, como nuevo alimento indicó que “los insectos son organismos complejos, lo que hace que caracterizar la composición de los productos alimenticios derivados de insectos sea un desafío. Comprender su microbiología es primordial, considerando también que se consume todo el insecto”.
A menudo, se anuncian varios alimentos derivados de insectos como fuente de proteínas para la dieta, según la EFSA, que señala que “las formulaciones de insectos pueden tener un alto contenido de proteínas, aunque los niveles reales de proteínas pueden sobreestimarse cuando está presente la sustancia quitina, un componente importante del exoesqueleto de los insectos”.
Fundamentalmente, añade la agencia, muchas alergias alimentarias están relacionadas con las proteínas, por lo que evaluamos si el consumo de insectos podría desencadenar alguna reacción alérgica. Estos pueden ser causados por la sensibilidad de un individuo a las proteínas de insectos, reactividad cruzada con otros alérgenos o alérgenos residuales de los alimentos para insectos, por ejemplo, el gluten.
“Es un trabajo desafiante, porque la calidad y la disponibilidad de los datos varían y hay mucha diversidad entre las especies de insectos”, según Ververis.
Hay otras razones no científicas por las que el trabajo con nuevos alimentos es un desafío. Por ejemplo, según Helle, “la avalancha de aplicaciones es una carga de trabajo significativa y el cumplimiento de la fecha límite para las evaluaciones es a veces ajustado, especialmente si las aplicaciones pierden datos científicos esenciales”. No obstante, añadió, “la colaboración entre los expertos es estimulante y gratificante, al saber que estamos contribuyendo a mantener la seguridad de nuestros alimentos”.
Más allá de evaluar los riesgos científicos
La novedad del uso de insectos en los alimentos ha despertado un gran interés por parte del público y de los medios de comunicación, por lo que las evaluaciones científicas de la EFSA son fundamentales para los responsables políticos, que son los que decidirán si autorizar o no estos productos antes de que puedan comercializarse en la UE.
Al respecto, Giovanni Sogari, investigador social y de consumo de la Universidad de Parma, afirmó que “hay razones cognitivas derivadas de nuestras experiencias sociales y culturales, el llamado ‘factor asco’, que hacen que la idea de comer insectos sea repelente para muchos europeos. Con el tiempo y la exposición, tales actitudes pueden cambiar».
A su vez, Mario Mazzocchi, estadístico económico y profesor de la Universidad de Bolonia, indicó que “existen claros beneficios ambientales y económicos si se sustituyen las fuentes tradicionales de proteínas animales por aquellas que requieren menos alimento, producen menos desechos y resultan en menos emisiones de gases de efecto invernadero.”
“Los costes y precios más bajos podrían mejorar la seguridad alimentaria y la nueva demanda también abrirá oportunidades económicas, pero estas también podrían afectar a los sectores existentes «, añadió Mazzochi
Los científicos de la EFSA seguirán evaluando las numerosas aplicaciones de nuevos alimentos en su » lista de tareas pendientes «, y los responsables de la adopción de decisiones en Bruselas y las capitales nacionales determinarán si deben ser autorizados para el “plato europeo”.
En última instancia, son los consumidores los que pueden elegir lo que comen, con confianza y sabiendo que su seguridad se ha verificado minuciosamente, concluye la EFSA.
0 comentarios